Superlópez y la florista

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pablo
Chumastodonte
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Superlópez y la florista

Mensaje por pablo »

Me ha parecido muy curioso el texto que os pongo debajo (que seguro que algunos habéis leído ya). Muy en la línea de sus diálogos para besugos, Armando Matías Guiu presentaba cada número de la revista de Superlópez de Bruguera con un pequeño texto. En el segundo número escribió algo que a mí me parece que parece un relato en primera persona de Superlópez, pero también podría no serlo. Como poco, tiene su gracia porque podría ser el primer fanfic de Superlópez.


¡Hola, amigo!

Estoy muy contento con la acogida que habéis dispensado a mi revista. Nunca pensé tener tantos amigos y amigas. Esta vez he volado sin ponerme el traje espacial especial. He volado de alegría. Lástima que la ventana estaba abierta, me he salido sin protección y una vez en la calle he bajado a ver qué había debajo. Pero no he bajado planeando, he bajado en caída libre.

¡Madre mía! ¡Pobre florista!

Sí, sí, pobre florista. No es que haya abierto una tienda de flores, es que debajo de mi ventana se puso una florista a vender rosas... ¡y me caí encima! las flores quedaron esparcidas por la acera, la florista quedó en Urgencias. Oye, el señor vestido de blanco que la atendió, al verla, le gritó...

—Pero... ¿no vio cómo la apisonadora se le venía encima?

Como es una florista, en vez de mandarle flores, le he mandado fideos. No huelen, pero alimentan más. No veas, cuando las enfermeras me han visto llegar con un ramo de fideos crudos como si fueran rosas, la de cuchicheos que he levantado.

Otra vez le traeré también el aceite. Y el vinagre. Y la sal. Bueno, y el mantel y el plato con tenedores y un fogón de gas ciudad. No sé de qué ciudad. De una, la que esté más cerca. No voy a ir, encima, a Argelia a traer una conducción especial para la pobre florista. Cuando la conducción llegara ya estaría recuperada y vendiendo flores. Oye, y no es la cosa de volver a caerme encima de ella para aprovechar la llegada del gas.

Gracias a vuestra acogida —decía— vuelvo a estar aquí. Y espero volver a estar durante muchos meses de muchos años de muchos siglos. Bueno, menos. Pero las próximas veces os prometo que antes de saltar de alegría, cerraré la ventana y saltaré dentro de casa.

Por debajo de mi ventana ya no pasa nadie. Todos miran para arriba y dicen:

—A ver si hoy también se cae ese.

Ese soy yo. Encima, eso de "ese".

Ese "ese" no se puede tolerar. Eso es.
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