Jejeje... No sé muy bien quién ha vencido en la batalla que se está desarrollando en el interior de mi mente. Creo que aún siguen peleándose, así que mientras tanto voy a aprovechar para escribir un poco.
No soy psicoanalista ni me he psicoanalizado, pero me enorgullezco de formar parte del sector de psiquiatras (cada vez más minoritario, me temo) que al menos han leído a Freud. No todas sus obras, pero sí las más importantes. Y también he leído a algunos autores posteriores que han continuado desarrollando sus ideas y aportando matices y correcciones a sus trabajos. A pesar de todo lo que se le pueda criticar, pienso que su análisis del funcionamiento de nuestra mente sigue siendo uno de los más lúcidos y profundos de la historia de la psicología. Y os aseguro que en mi trabajo diario, aunque no aplique el psicoanálisis, las teorías de Freud me resultan de gran utilidad para entender muchas cosas.
Aunque no suelo leer mis tebeos desde una perspectiva psicoanalítica, sí creo que se puede hacer esta lectura, y puede ayudarnos, entre otras cosas, a entender por qué algunos tebeos nos gustan, por qué "conectamos" con ellos y despiertan en nosotros determinados sentimientos o, por el contrario, no nos dicen nada aunque a otras personas les resulten apasionantes. O por qué en determinada etapa de nuestra vida un tebeo (o un libro, o una película) puede "marcarnos" y tener un siginificado muy especial para nosotros, mientras en otro momento ese mismo tebeo puede resultarnos indiferente.
Hace años leí un libro que me resultó apasionante, "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", de Bruno Bettelheim. Habla del significado profundo que tienen los cuentos infantiles en las distintas etapas de la vida de los niños, y cómo de forma inconsciente les ayudan a afrontar los conflictos con los que se tienen que ir enfrentando en su maduración como personas. Creo que muchas de estas cosas pueden aplicarse a los tebeos. Creo que nos gustan, aunque quizá no seamos conscientes de ello, los tebeos que abordan nuestros propios conflictos interiores, que pueden tomar mil formas diferenes: amenazas extraterrestres, conflictos internos del protagonista, secretos que pueden ser descubiertos... El caso es que nos identificamos con los personajes de la historia (no siempre con el mismo, a veces con uno y otras veces con otro) y nos tranquiliza comprobar que esos conflictos (que en el fondo representan a los nuestros) se acaban resolviendo.
En este sentido, es importante que los personajes puedan representar distintas facetas de nuestra personalidad. En las historias más complejas, diríamos más "adultas", los personajes no son planos, y pueden comportarse en ocasiones de forma más altruista ("superyoica") y en otras ocasiones ceder a sus impulsos (o sea, a su ello). Si es un personaje psicológicamente maduro encontrará la forma de conciliar ambos extremos (o sea, tendrá un "yo" fuerte). En los cuentos infantiles y en muchos tebeos los roles pueden estar repartidos entre diversos miembros del reparto, y efectivamente un personaje puede representar un papel predominantemente superyoico mientras otro cede siempre a sus impulsos más primitivos, pudiendo representarse en un tercer personaje el papel conciliador del yo. Es un esquema muy simple, pero creo que refleja una realidad en muchas historias.
En el caso de los Pitufos, por poner un ejemplo conocido, el reparto de roles es evidente. El Pitufo Gafitas representa un superyó en estado puro, un tanto sádico, que trata de castigar cualquier transgresión de la norma. El Gran Pitufo es también una figura superyoica, pero sabe hacer ciertas concesiones a los impulsos primarios, es comprensivo con ciertas faltas menores y se permite sus pequeños caprichos. En este sentido tiene un yo más desarrollado que el Pitufo Gafitas y por tanto es un personaje más maduro. El Goloso y el Perezoso serían los personajes más representativos del ello. El resto del elenco va aportando muchos más matices, reflejando nuestros miedos, nuestros mecanismos de defensa, etc, y en su conjunto pueden llegar a reunir de un modo bastante completo la diversidad de los elementos de nuestra personalidad. Creo que ésta es una de las grandes virtudes de esta serie, que la hacen muy atractiva para mí.
En el caso de Yoko Tsuno, estoy de acuerdo con el reparto que pones en el primer mensaje, Kaximpo. Creo que si la protagonista se hace a veces un poco antipática es precisamente por lo que tiene de superyoica, de "perfecta", de hacer siempre lo que hay que hacer y no ceder nunca a los impulsos primitivos.
En el caso del Capitán Trueno, es evidente que el ello está representado por Goliath, pero yo creo que el superyó es más bien el Capitán (noble, arriesgado, de moral intachable) y el yo, que representa el compromiso entre ambos, podría ser Crispín (quizá el más humano de los tres, precisamente diseñado para que el lector infantil se identifique con él).
Uf... Perdonad el rollo.